• Ratzinger trata de reconciliar a los feligreses de EEUU con la Iglesia y les invita a "amar a sus sacerdotes"

La de ayer fue la tercera vez en tres días en que el Papa habló del escándalo de pederastia que tanto daño hizo a la Iglesia católica en EEUU. Pero la de ayer fue diferente. Primero, porque Joseph Ratzinger habló ante 45.000 personas que abarrotaron el estadio de béisbol de Washington en la primera misa de Benedicto XVI en EEUU.
Segundo, por algo que en el momento de la homilía muy poca gente sabía: que el Pontífice se reuniría con un grupo de víctimas en un "emotivo encuentro" en el que corrieron las lágrimas en la sede de la nunciatura en Washington."Ninguna palabra que pueda pronunciar puede describir el dolor y el daño causados por los abusos", dijo el Papa en la misa.
Tal vez por eso, en la no anunciada reunión posterior Benedicto XVI escuchó sobre todo a las víctimas, a las que también "dedicó palabras de aliento y esperanza" y les ofreció oraciones "por sus familias y por todas las víctimas". Simbólicamente, asistió al encuentro Sean O'Malley, arzobispo de Boston, el epicentro del escándalo.Ratzinger ya había admitido el miércoles ante 400 obispos la "profunda vergüenza" que siente por los casos (unos 10.000) de abusos y añadió que la respuesta al escándalo estuvo "pésimamente gestionada". En las gradas del estadio de los Nationals, Patricia García, una mexicana que partió el domingo en coche de Tejas para "cumplir el sueño" de ver al Papa, opinaba que "es justo que pida disculpas, pero no lo es juzgar a la Iglesia por unas ovejas negras". Patricia --camiseta conmemorativa, gorra con una foto de Ratzinger-- se unió al fervor generalizado por un Papa que "no es tan simpático como Juan Pablo II", pero merece "respeto por su sabiduría".
ESFUERZOS"Se han hecho muchos esfuerzos para tratar de forma justa esta trágica situación", dijo en la misa Benedicto XVI, que hizo un llamamiento a los fieles a "ayudar a los que fueron heridos" y a "amar a sus sacerdotes". Una afirmación que sin duda agradó a los 14 cardenales, 250 obispos y 1.300 sacerdotes que lo acompañaron en la misa. No tanto a la asociación de víctimas, que exige más acción y menos palabras.Al margen de las alusiones a la pederastia, la misa fue una nueva demostración de la gran conexión entre este Pontífice y EEUU. Como ya hizo ante George Bush, el Papa volvió a elogiar el papel de la fe en el país y destacó que, a pesar de que experimenta "una cultura crecientemente secular y materialista" a la que hay que oponerse, sigue siendo un lugar de "esperanza".
La ceremonia tuvo un aire estadounidense dentro de los parámetros de la liturgia. Desde el estadio, en el que destacaba el diamante del terreno de juego del béisbol, hasta los puestos de hot dogs y hamburguesas, pasando por los vendedores de merchandising papal que tomaron los alrededores del estadio desde que, a las seis de la mañana, empezaron a congregarse los fieles. Todos pasaron por un detector de metales.
Durante la misa, actuaron una orquesta y un coro de 570 voces. Hubo espirituales, una canción surafricana y el Panis Angelicus que cantó en latín Plácido Domingo. No fue esta la única aportación española: el cáliz de oro y plata con medallones incrustados alegóricos de Washington del Papa se hizo en España.






